El mercado editorial atraviesa numerosos retos. Como en la mayoría de sectores, los clientes tienen cada vez mayor variedad donde elegir. Así, lograr que un libro destaque entre los lectores y se convierta en un best seller, es cada vez más complicado. Y eso sin entrar en las tendencias de consumo y ocio de la población, que cada vez se enfocan más hacia el medio audiovisual. Si la población dedica tanto tiempo al consumo de series y de vlogs, ¿cómo van a sacar tiempo para poner toda su atención a la lectura de un buen libro?
Las estrategias tradicionales de promoción de libros y autores sigue siendo esencial, pero ya no basta con ellas.
Tal y como indica Elisabeth G. Iborra, en su artículo “La neurociencia salvará al mercado editorial” publicado en Qué Leer, la mejor solución para mantener vivo el interés del público por la lectura y encontrar la mejor manera de seguir creciendo, posiblemente sea aprovechar los conocimientos que nos ofrece la neurociencia.
La neurociencia estudia los procesos mentales que ocurren durante nuestro comportamiento. Y dentro de esta ciencia existen ramas más especializadas, como el neuromarketing, que se centra especialmente en los procesos neurales que se activan frente a las decisiones de compra. Y afinando aún más, existe el marketing sensorial, la rama que estudia específicamente cómo los sentidos influyen en la venta.
Pueden parecer campos inconexos con el mercado editorial, pero nada más alejado de la realidad. Todo lo que ocurre en el cerebro de una persona influye en el mercado editorial, desde lo que siente al ver, tocar u oler las páginas de un libro, hasta las emociones que le provoca el texto, o lo fácil que le resulta mantener la atención a lo largo de los capítulos.
Es posible que el mercado editorial ya haya hecho análisis y estrategias puntuales para mejorar los resultados de sus ventas. Pero es conveniente resaltar que, si se aplicara la neurociencia en todas las vertientes del mercado editorial, se podría vender hasta un 23% más que con las estrategias actuales.
Es muy interesante poder determinar, por ejemplo, qué ocurre en el cerebro de una persona cuando observa la portada de un libro. Qué imagen resulta más atractiva, qué zona de la portada ha sido observada por más tiempo o qué tipografía ha logrado mayor atención. Si analizamos estos factores y los mejoramos, estaremos poniendo en marcha una vertiente del marketing sensorial, concretamente lo que tiene que ver con el sentido de la vista.
Seguramente esto no sea nada nuevo para el mercado editorial, porque la vista es el sentido más trabajado de todos dentro del marketing. Pero, ¿qué hay de los demás sentidos?
Se sabe que el olfato es el sentido con mayor capacidad de influencia y que, además actúa de modo subconsciente y automático. El olfato es, pues, un sentido muy desaprovechado. Empieza a ser tenido en cuenta en establecimientos físicos, pero sus posibilidades van mucho más allá y el mercado editorial puede aprovecharlas si sabe cómo.
En este artículo daremos algunas pinceladas sobre cómo se podría aplicar una estrategia de marketing olfativo en el mercado editorial. Una vez tomada la decisión de llevarlo adelante, lo más conveniente es contactar con un equipo de expertos para diseñar la estrategia de marketing olfativo más idónea según los objetivos del grupo editorial.
Colores, olores, texturas… Los libros físicos tienen algo que aún sigue teniendo un magnetismo importante para muchas personas. Eso es gracias su componente sensorial.
Como expertos en marketing olfativo, nos concentraremos únicamente en el sentido del olfato, que además, es que tiene mayor poder.
Algunos libros infantiles contienen aromas en su interior que tienen que ver con la historia que se está contando. Esta estrategia de marketing olfativo es muy potente y puede generar un gran impacto también entre el público adulto.
Mientras se está leyendo una escena que ocurre, por ejemplo, en una cafetería, sería fantástico poder sentir el aroma de café recién hecho. Eso generaría un impacto emocional en el lector que le resultaría no sólo sorprendente, sino inolvidable.
Se trata de convertir la lectura en una experiencia inmersiva. Llevar las emociones a su máximo exponente gracias al gran poder conductor del olfato.
¿Y si le diéramos a los mejores libros su propio odotipo? Un aroma que permita reconocerlos, que refuerce su mensaje o sus emociones y que conecte perfectamente con su target.
Ese odotipo podría impregnar de olor no sólo las páginas del libro, sino también la sala en la que se realiza el lanzamiento y presentación del mismo.
Este tipo de acciones suelen tener un impacto muy notorio, no solo por ser originales y llamativas, sino porque conectan de forma inmediata e inevitable con la memoria y la emocionalidad de los asistentes. Es bien sabido que los olores son inconfundibles y, cuando se cuenta con un odotipo bien elegido, los resultados son muy efectivos.
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