Los avances en inteligencia artificial están siendo exponenciales. En los últimos años, los logros han sido tantos y tan asombrosos, que muchos podrían pensar “poco queda ya por conseguir”. Sin embargo, los investigadores y desarrolladores aún tienen trabajo para rato. Son muchos los desafíos que se proponen conquistar, y a cada éxito, un nuevo reto les espera al frente.
Es el caso de la nariz electrónica. Sí, has leído bien: nariz electrónica. Un dispositivo capaz de detectar olores e interpretarlos. Puede parece absurdo, pero a lo largo de este artículo comprenderás la gran utilidad que tiene, y quizás hasta te plantees hacerte con tu propia nariz electrónica en los próximos años. Eso si no es que tu próximo smartphone ya la tiene incluida. Aunque parezca una broma va en serio: Apple prevé integrar sensores olfativos en el iPhone y el Apple Watch próximamente, con la finalidad de mejorar la salud y la seguridad de sus usuarios. Los sensores olfativos, en combinación con otros sensores y sistemas de inteligencia artificial, podrían dar lugar a aplicaciones de gran utilidad, como veremos más adelante.
Una nariz electrónica es un dispositivo electrónico que contiene, en su interior, sensores olfativos artificiales. Este tipo de tecnología tiene su origen en 1982, cuando en la revista Nature se publicó un estudio en el que ya se planteaba la posibilidad de utilizar un sistema olfativo artificial capaz de discriminar olores.
Diez años después se fabricó la primera nariz electrónica, todavía muy básica, y hoy en día, muchos desarrolladores siguen trabajando en ello. Cada vez existen narices electrónicas más eficaces, baratas y fáciles de manejar.
Su funcionamiento es muy similar al de la nariz humana. La nariz electrónica recoge información olfativa, la almacena y posteriormente es capaz de compararla con otros aromas que guarda en su memoria, interpretando similitudes y diferencias. En lugar de células olfativas, la nariz electrónica tiene sensores, y en lugar de llevar la información al cerebro, la envía a una placa de memoria. Así, cuando la nariz electrónica vuelve a detectar el mismo aroma se activan los datos, pudiendo indicar de qué aroma se trata.
Para que funcione correctamente, es necesario entrenar la nariz electrónica presentando una gran variedad de aromas. De esta manera su archivo de olores es más completo, y puede categorizar a cada uno de ellos. Eso es algo que todos hacemos de manera inconsciente, y en el caso de la nariz electrónica es la clave para que esta tecnología pueda ser útil.
Ahora que ya sabes cómo funciona una nariz electrónica, seguro que te apetece conocer todas las posibilidades que ofrece. Son muchas, y lo mejor es que son realmente interesantes. Veamos algunos de los ejemplos más importantes y que ya se están llevando a cabo.
No es de extrañar que uno de los sectores más interesados en este dispositivo tenga que ver con la seguridad. Muchos gases letales pueden ser detectados gracias a una nariz electrónica, evitando así poner en peligro a los profesionales y a los perros policía, que hasta ahora eran los encargados de husmear los escenarios más peligrosos.
Investigadores españoles de la Universidad de Extremadura han sido premiados recientemente por su proyecto, al desarrollar una nariz electrónica que detecta el olor de explosivos y agentes químicos peligrosos. Su nariz electrónica envía casi de inmediato la información a un dispositivo inteligente. Así, mediante este dispositivo, se puede analizar el escenario y los profesionales saben a lo que se enfrentan en cuestión de minutos.
El sector sanitario es otro de los que podrán beneficiarse enormemente de la nariz electrónica. Aunque aún queda mucho recorrido, ya se están ideando los primeros prototipos capaces de distinguir a pacientes con diferentes enfermedades analizando olfativamente sustancias corporales. No solo eso, sino que además es capaz de identificar la intensidad de la enfermedad. Por supuesto, no es sencillo desarrollar una nariz electrónica con tanta precisión. Es necesario realizar muchísimos análisis, repeticiones y simulaciones.
Por último, pero no menos importante, se están desarrollando narices electrónicas para aplicarlas al Internet de las cosas.
Los electrodomésticos de nuestro hogar, poco a poco, irán incorporando sistemas olfativos artificiales para detectar diferentes olores y alertarnos en caso necesario. Por ejemplo, neveras capaces de detectar si algún alimento se está pudriendo y enviarnos una notificación, vitrocerámicas que nos notifican cuando detectan que la comida se está quemando, calderas que detectan olor a gas y activan sistemas de seguridad, etc.
Posiblemente, en pocos años nuestros smartphones o smartwatches ya tendrán su propia nariz electrónica integrada, como ha avanzado Apple. Gracias a ello, seremos alertados en caso de que se detecte algún gas tóxico, e incluso podrá analizar nuestro estado de salud en función de nuestro olor.
No es ciencia ficción, es una tecnología que está a la vuelta de la esquina. Y es que el olfato es un sentido maravilloso que conviene tener presente, tanto si tu objetivo es fortalecer tu estrategia de marketing como si se trata de salvar vidas o facilitarnos el día a día.