El marketing olfativo va mucho más allá de lo que sería únicamente desarrollar un aroma para una marca. Ese aroma cobra verdadero sentido cuando va en sintonía con los demás elementos que envuelven a la estrategia comercial del negocio. La fragancia, entonces, se convierte en el marco que engloba todo el entresijo de elementos que conforman el marketing de la empresa.
Por ello, no hay que limitarse a desarrollar un aroma agradable. Se debe analizar detalladamente la finalidad que se persigue, y en función de eso, planear en qué momentos, lugares y de qué manera se va a difundir el aroma.
Los objetivos del marketing olfativo pueden ser distintos, y en cada caso se utilizará una fragancia determinada de una manera concreta, como verás a continuación.
Según la intención que se persiga, podemos distinguir cuatro objetivos principales dentro del marketing olfativo: atraer la atención hacia un producto en concreto, expresar una idea o sensación, realzar y mejorar el ambiente del establecimiento o crear una experiencia sorprendente para que los clientes la recuerden por mucho tiempo.
En cada caso, según el objetivo o la estrategia comercial, estaremos hablamos de una variante distinta del marketing olfativo.
Cuando utilizamos esta estrategia, el objetivo que perseguimos es llamar la atención del público sobre un producto de forma específica. Tiene mucho sentido cuando los visitantes están de paso, ya que el aroma es capaz de impactar en milésimas de segundo y seducir al instante, favoreciendo que los usuarios se detengan. Si el aroma les atrae, se logran mayores tasas de compra impulsiva de ese producto.
Suele utilizarse en productos que, por sí mismos, ya tienen un aroma característico y atractivo (alimentación, perfumería, limpieza…). De esta manera, potenciamos la intensidad del aroma del propio producto y reforzamos la asociación a nivel subconsciente.
Para lograrlo se utilizan aromas reproductivos y se difunden con equipos de aromatización específicos. Para mayor efectividad, es importante que esta estrategia se conjugue con otras que la acompañen a nivel visual e incluso auditivo.
Mediante esta estrategia se pretende dar mayor cohesión a todos los demás elementos sensoriales que se están transmitiendo a los clientes durante su estancia en el establecimiento. El aroma, en este caso, tiene el importante papel de conectar todas las ideas y sensaciones para aunarlas en una percepción global y profunda.
Para entenderlo mejor, imaginemos una marca de ropa que, al presentar su nueva colección de primavera -muy alegre y colorida-, decora su establecimiento con flores. Para que sus clientes se contagien de las sensaciones primaverales y se sumerjan completamente en el estado emocional ideal para la compra, la marca se puede aprovechar del marketing olfativo. En este caso se utilizará un aroma asociativo, es decir, una fragancia floral, fresca y energizante que potencie los demás elementos sensoriales y los conecte entre ellos.
En estos casos, lo ideal es utilizar equipos de aromatización de gran capacidad y de difusión constante, para que el aroma se perciba en todos los rincones del establecimiento de una manera continuada.
Las marcas que utilizan esta estrategia tienen un objetivo muy claro: hacer que los consumidores disfruten de una experiencia realmente única, sorprendente e inolvidable.
Es algo que empieza a ser común en los hoteles, así como en otros negocios que no solo venden un servicio, sino también una experiencia en sí misma. En estos casos, el aroma es una palanca que ensalza las emociones, ya que es capaz de tocar las teclas de nuestro lado más afectivo de forma instantánea.
Las marcas que persiguen este objetivo deben apostar por fragancias que, aunque se perciban fácilmente, resulten sutiles y delicadas. Eso se consigue gracias a un aroma exquisitamente elegido que se difunda con un equipo de aromatización profesional, de difusión constante y proporcional.
Es, posiblemente, el objetivo más conocido y común dentro del marketing olfativo. Consiste en diseñar un aroma que identifique claramente a la marca en cuestión, de manera que forme parte de su imagen corporativa. Se le conoce frecuentemente como el odotipo de la marca o el logotipo olfativo, y permite que los consumidores identifiquen rápidamente de qué marca se trata.
Su aplicación es muy útil en cadenas o franquicias que desean mantener su personalidad en todos los establecimientos, pero también tiene sentido para negocios que venden exclusividad. En cualquier caso, todo el que entre por primera vez sentirá esa fragancia, atractiva y única, y en futuras ocasiones será capaz de reconocerla y recuperar el vínculo.
El equipo que se utilice en estos casos dependerá en gran parte de la superficie a aromatizar, aunque lo más común e utilizar equipos de aromatización para aire acondicionado.
En este caso, el aroma elegido tiene que representar lo más fielmente posible los valores de la marca, su carácter y su estilo, ya que será una fragancia que perdurará en el tiempo y que tendrá la misión de atraer y fidelizar a sus clientes.
Contáctanos y te ayudaremos a alcanzar tus objetivos con marketing olfativo.