Ante tanta oferta, para las marcas se ha vuelto imprescindible conectar con sus consumidores. Para diferenciarse de la competencia ya no basta con buenos productos y servicios, deben ser capaces de descubrir qué prefieren sus consumidores, qué les hace decidirse por un servicio u otro y qué desean sentir al adquirir su producto.
Para ello, nada mejor que dominar los principios del neuromarketing y utilizarlos a su favor. Y es que esta ciencia es capaz de investigar el comportamiento de los usuarios, sacar conclusiones sobre el proceso de decisión y mejorar los resultados de las empresas.
Pero, ¿qué es el neuromarketing? Te lo contamos a continuación.
La ciencia del neuromarketing estudia cómo reacciona nuestro cerebro ante los estímulos relacionados con la publicidad y la venta. Para ello, se centra especialmente en tres procesos mentales: la atención, la memoria y la emoción.
El neuromarketing utiliza el método científico para analizar el comportamiento y la actividad cerebral de los consumidores en situaciones controladas, aislando diferentes variables para obtener datos fiables, concretos y contrastables.
De esta manera es posible determinar, por ejemplo, qué envase consigue más ventas para un determinado producto, a qué altura de la estantería debe colocarse para que llame más la atención o qué música es más adecuada para retener a los clientes dentro del establecimiento.
Estudiando las conductas de los consumidores y sus hábitos de compra, es posible mejorar notoriamente las ventas totales. Y no sólo eso, sino también persuadir a los consumidores a elegir unos productos sobre otros y transmitir el mensaje preciso que necesitan para tomar la acción de compra.
Se ha demostrado que casi el 70% de nuestras decisiones de compra se llevan a cabo de forma inconsciente. Aunque luego razonemos sobre la necesidad que teníamos de comprar ese producto, la decisión es básicamente emocional y muchas veces impulsada por elementos que apenas podemos percibir conscientemente. El neuromarketing tiene mucho que ver en esto.
Así pues, el neuromarketing sirve para mejorar la experiencia que tiene el cliente durante su visita al establecimiento, estimulando sus sentidos para lograr que fije su atención en aquello que nos interesa y que conecte a nivel emocional. En definitiva, que establezca un vínculo capaz de perdurar en su memoria, obteniendo resultados no solo inmediatos, sino también a medio y largo plazo.
Como decíamos, el neuromarketing se apoya en la información sensorial.
A nivel visual, analizan los colores, imágenes, tipografías y localizaciones de los productos para mejorar sus tasas de compra.
A nivel auditivo, indican el tipo de melodías y sonidos que mejor acompañan a los clientes durante su estancia en el establecimiento y las que más influyen en las campañas publicitarias.
Y a nivel olfativo, determinan qué aroma es más atractivo para los consumidores de un determinado producto y cuál evoca las emociones que más favorecen la permanencia en la tienda y las tasas de compra.
Lo más curioso es que, de entre toda esta gama de información sensorial, los estímulos olfativos son los más relevantes. El motivo es que, a diferencia de la vista o la audición, el olfato lleva la información a las áreas cerebrales encargadas de procesar las emociones sin pasar por las zonas dedicadas al razonamiento lógico. En cambio, la información auditiva o visual se analiza de una forma mucho más lógica y consciente.
Es por ello que, dentro del neuromarketing, el marketing olfativo tiene una importancia vital para despertar las emociones de los consumidores a favor de la marca.
Diversos estudios demuestran que más de la mitad de lo que sentimos lo recibimos a través del olfato. No es casualidad. Es el sentido más primitivo y automático a través del cual, durante millones de años, hemos dado sentido a nuestras vivencias. El olfato es capaz de generar recuerdos y reacciones ancladas en nuestro subconsciente, influir en nuestro estado de ánimo y en nuestro comportamiento.
Por ello, a través del marketing olfativo las marcas pueden aplicar aromas en sus establecimientos con el objetivo de crear una atmósfera propicia para la compra, en la que los clientes se encuentren a gusto, experimenten diferentes emociones y vivan una experiencia más positiva.
Los aromas, elegidos estratégicamente, son capaces de establecer una conexión emocional con el cliente que se mantiene en su recuerdo, generar actitudes más receptivas y mejorar, de esta manera, la capacidad de persuasión de la marca.
En algunos casos se trata de desarrollar un odotipo, es decir, una fragancia que se identifique plenamente con la marca. Pero no siempre es así. El neuromarketing unido al marketing olfativo es capaz de desarrollar estrategias específicas para alcanzar objetivos concretos. Por ejemplo, es posible atraer a los clientes hacia una zona concreta del establecimiento gracias al poder atrayente de un aroma; o bien incentivar el consumo de un determinado producto al asociarlo a un aroma agradable.
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