Las técnicas de neuromarketing son muy útiles para diseñar estrategias de comunicación y de venta rentables. Estudios como el eye-tracking, la respuesta galvánica de la piel o el electroencefalograma permiten conocer hacia dónde dirige la atención el usuario y qué sensaciones le provoca cada estímulo. Así, es posible analizar el comportamiento de los consumidores y en consecuencia, optimizar la presentación de los productos para aumentar las ventas.
Hay algunas de estas técnicas que se han vuelto muy populares gracias a su efectividad. Otras, más novedosas y originales, pueden pasar desapercibidas, lo que las convierte en técnicas todavía más poderosas. En este artículo vamos a desvelarte las ocho técnicas de neuromarketing con mayor potencial para generar ventas.
El neuromarketing aporta datos muy interesantes sobre cómo ubicar los productos dentro de una tienda para lograr el máximo de ventas posible. Una de las estrategias más conocidas es colocar los productos de primera necesidad en las zonas menos concurridas. Así, los clientes tienen que pasar por varios pasillos hasta llegar a los artículos que buscan, y durante el trayecto suelen adquirir productos que inicialmente no tenían previsto comprar.
Otra estrategia consiste en colocar los productos de compra impulsiva cerca de la zona de pago. Así, mientras esperan que llegue su turno, es probable que terminen adquiriendo alguno de estos productos.
Muchas tiendas, más allá de los supermercados, promueven el uso de los carritos de compra. Y lo hacen porque el neuromarketing ha demostrado que a las personas no nos gusta llevar el carrito vacío. Solemos agregar más productos a la cesta por el simple placer de llenarla.
¿Crees que la iluminación tiene poco efecto sobre las ventas? Pues en realidad sí lo tiene, y su uso puede llegar a ser verdaderamente estratégico. Por ejemplo, iluminar con luces blancas de alta intensidad alimentos como la carne o la verdura, hace que éstos se perciban como más atractivos y frescos. En otras ocasiones se ilumina de forma especial a ciertos productos para provocar sensación de elegancia o de mayor valor y hacerlos destacar frente al resto.
Las técnicas de neuromarketing más populares suelen estar relacionadas con los precios, pues se han realizado muchos estudios al respecto y la evidencia de sus efectos es indiscutible.
Una de las técnicas más comunes es terminar los precios en 97 o en 99. Se percibe como mucho menos costoso un producto de 297€ que uno de 300€, y lo mismo ocurre con productos de bajo precio, aunque la diferencia sea de solo unos céntimos.
¿El motivo? Nuestro cerebro percibe estas cifras como más atractivas y rebajadas. Además, estos precios son más difíciles de sumar, por lo que los clientes no son tan conscientes del importe total de su compra.
La música puede hacernos sentir más relajados o más activos, más melancólicos o más optimistas. Por eso, es habitual que los comercios elijan la música estratégicamente según lo que quieren provocar en sus clientes. ¿Quieres que avancen rápidamente y que compren de una forma más bien compulsiva? Pon una música animada. ¿Quieres que se paseen lentamente por todos los pasillos disfrutando de la estancia? Entonces, mejor una música suave.
Las técnicas de neuromarketing también han ayudado a hacer más atractivos los envases y las presentaciones de los productos. Parece ser que las formas orgánicas y curvadas son más fáciles de vender que los envases cuadrados o excesivamente rectos. Los colores también son un factor relevante, y su elección dependerá de las emociones que deseamos provocar.
Otra de las estrategias más potentes consiste en utilizar imágenes de personas para promocionar productos. Se ha demostrado que las caras son mucho más efectivas que las ilustraciones. Y todavía más si esa cara dirige su mirada hacia el producto que deseamos promocionar o hacia el texto que deben leer.
Los estudios de neuromarketing indican que el marketing olfativo puede impulsar entre un 30% y un 40% las ventas de una tienda. Por eso muchos supermercados colocan el horno justo a la entrada: el olor a pan estimula el apetito y hace que compremos más. Pero ese es solo un ejemplo popular.
El marketing olfativo en tiendas ofrece muchas posibilidades cuando se trata de influir en el comportamiento de compra de los clientes. Por ejemplo, con el marketing olfativo podemos relacionar una gama de productos con sensaciones de bienestar y felicidad, y así fomentar la venta de los mismos. O bien, podemos aromatizar la tienda con una fragancia que coincida con las expectativas de los clientes (transmitiendo valores como elegancia, poder, diversión, aventuras…).
Así conseguimos que los productos se perciban como idóneos para sus necesidades, a la vez que reforzamos la imagen de marca.
El olfato tiene una fuerte conexión con las emociones y los recuerdos. Por eso, el aroma mejora la experiencia de compra e influye en las ventas y en la fidelización. Se considera, pues, una de las técnicas de neuromarketing más potentes y discretas que una tienda puede poner en práctica.